Escritos Pedagógicos del Normal 3

Suscripción

Recibí un correo electrónico cuando salga un nuevo número de la revista digital. 

Click para ver los detalles

Una comunidad de lectores y escritores

Valeria D'Avena 

Palabras clave: Experiencia. Proyectos. Escritura.

(Descargar en PDF)

 

Era el comienzo del Taller V y debía pensar un proyecto para el área de Prácticas del Lenguaje para un cuarto grado. Me encontraba frente a una hoja en blanco, perdida en mis ideas, quería elegir un género adecuado, original, interesante, pero todo me resultaba más de lo mismo.

Solo tenía en claro que mi opción era realizarlo en la modalidad de proyecto. Esto me ofrecía la oportunidad de trabajar el género elegido y, de forma simultánea, atravesar y abarcar los contenidos propuestos por el Diseño de manera integrada, ofreciendo un aprendizaje más significativo para los niños.

Un día mi profesora de Diseño me propuso hacer un proyecto sobre cuentos humorísticos. El cielo se disipó. Era lo que estaba buscando, un género que no se trabaja habitualmente en las aulas. Estaba súper emocionada con la elección.

El proyecto se gestó y nació naturalmente, en él se trabajarían muchos recursos humorísticos y distintos tipos textuales. Era genial, me sentía muy contenta con la “criatura” que había concebido.

Una vez en el aula su implementación fue un éxito, recorrimos chistes, rimas, situaciones disparatadas, parodia, teatro, animalarios y “bichonarios” entre otras cosas. Se logró trabajar con diversos y numerosos recursos humorísticos. Todo ello, transcurría con una participación activa de los niños, a los que les fascinaba todas las propuestas presentadas.

El proyecto se desarrollaba mejor de lo que había imaginado, hasta el momento de la escritura por parte de los niños de una historia humorística. Una vez finalizada la primera escritura, todas las producciones estaban atravesadas por un humor visual inherente al contexto los niños, muchos golpes, caídas, monstruos. ¿Dónde estaba lo trabajado en clase?

¡No me iba a rendir! Di algunas indicaciones y nos pusimos en marcha con una segunda reescritura. Nada había cambiado, solo mi decepción crecía exponencialmente. En ese momento entendí que no era solo “mi proyecto”, sino que debía ser “el proyecto de todos”.

Convoqué a todos los alumnos a una ronda íntima y los invité a que cada grupo relatará su historia a los demás. Una vez finalizado el primer relato, intervine preguntando a los oyentes qué aportes le podrían ofrecer al grupo lector a partir de lo trabajado en clase y de esa manera ayudar a sus compañeros a mejorar su producción.

A partir de ese momento, se produjo un clima mágico, cada niño daba sus sugerencias que eran tomadas en cuenta o no por los escritores, quienes registraban lo dicho por sus pares. ¡Habían logrado apropiarse de los contenidos trabajados!

Se hicieron cuatro reescrituras más y se logró un libro de cuentos humorísticos escrito por los chicos de cuarto grado de jornada simple. El proyecto los unió, los emocionó y los convirtió en escritores. El libro fue presentado a la comunidad escolar y a los padres.

A veces nuestro trabajo como docentes es solo corrernos y dejar que las ideas fluyan entre los otros y con los otros, formando un nosotros, una comunidad de lectores y escritores. En ese momento estas palabras lograron hacerse carne en mí, muchas veces en el recorrido por el profesorado las había escuchado, pero realmente luego de realizar este trabajo entendí su significado y su verdadera dimensión.

 

 

Acceso para editores

Free Joomla! template by L.THEME