Escritos Pedagógicos del Normal 3

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¿Cómo llegué hasta aquí?

Melanie Enriquez

Palabras clave: Práctica y residencia. Primaria.

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Si tengo que decir cómo llegué a esta carrera, creo que no podría dar una respuesta concisa y segura.

Fue algo confuso mi camino hasta acá. De hecho, ésta no fue mi primera opción luego de terminar el secundario. Estuve a punto de iniciar mi carrera de Azafata, pero por muchas trabas que tuve en el camino decidí ir por mi segunda opción, la docencia.

Lo que sí puedo decir es cómo llegué a mi primera residencia, a mi último año de la carrera. Eso sí lo tengo claro.

Todavía no creo el estar en esta instancia. Hace un tiempo lo veía tan lejano que ni lo podía imaginar. Parece ayer cuando me fui a inscribir con todos mis papeles para iniciar el curso de ingreso.

En principio, con mi grupo, habíamos considerado hacer la residencia bajo la modalidad común donde nos designaban una escuela, estábamos allí por un mes y luego todo terminaba. Iba a ser  un mes estresante, pero en fin, nada que en treinta días no acabara.

Pero como siempre, algo vino a cambiar nuestros planes, o al menos los míos. Una nueva oportunidad se presentó. Nadie sabía si iba a ser para mejor, pero ya estábamos en el baile como quien dice, así que “bailemos”.

Igualmente no me quiero adelantar demasiado. Me gustaría antes recordar algunas cosas específicas que fueron fundamentales para que yo hoy esté acá, transitando mi taller V en la escuela N° 4. Por ejemplo mi primer taller, ese donde por primera vez te pones el guardapolvo de docente y enfrentas los primeros “seño” de los chicos.

Era mi primer paso en este camino, mi primera toma de postura como docente en un grado. Aunque solo era observar desde un rincón por algunos días, creo que todo el que paso por esta primera experiencia lo va a recordar como algo sumamente importante a lo largo de su carrera.

El taller III también cuenta como un pilar fundamental para mí. Fueron mis primeras clases, mi primera puesta en práctica de mis propias planificaciones. Luego de este taller es donde te toca tomar una decisión, si realmente seguís adelante o lo dejas todo porque no es lo tuyo.

Sé que un taller no es exactamente igual a la realidad de lo que es el trabajo docente. Pero sí te ayuda a darte una idea, a proyectarte en un futuro haciendo esto.

Por suerte yo tuve una experiencia tan gratificante que me ayudo a reafirmarme y seguir adelante. Con esto me refiero al desarrollo de algunas clases en particular donde yo, del lado de docente, pude darme cuenta que los chicos disfrutaban de las clases, las propuestas y las actividades que llevaba.

Poder ver que los alumnos construyen nuevos conocimientos y aprenden, es algo que te completa como docente. Es lo que termina de indicarte que lo que hiciste realmente funcionó.

 Aunque fue todo un desafío planificar, aprobar, preparar los materiales y poner en práctica, creo que todo valió la pena para que salga excelente y así poder llevarme unos hermosos recuerdos de aquellas clases en quinto grado.

Actualmente me encuentro en el taller V, otro de los que considero fundamentales en mi carrera ya que son mis primeras residencias.

Como mencioné al principio de mi relato, todos nuestros planes respecto a estas residencias cambiaron. De hacerlas en un mes, terminaron siendo cuatro meses, ya que nos incorporamos a un plan de “Ayudantías Pedagógicas” que así lo requiere.

La escuela que nos designaron quizá no sea la mejor, o quizá no sea la que más ganas tenía de recibirnos. Pero eso no debe interponerse en nuestras clases y el vínculo con nuestro grupo de alumnos.

Tengo el placer de estar en un 4to grado maravilloso. Tuve la oportunidad de elegirlo antes de ingresar a la escuela y mi elección fue debido a que nunca había dado clases en uno y siempre prefiero segundo ciclo antes que primero.

¿Que si me arrepiento? Hoy después de un mes y medio de estar acá puedo asegurar y afirmar que no. Estoy feliz  con el vínculo que pudimos construir, independientemente del que se generó con la docente que deja un poco que desear.

Las pocas clases que di hasta el momento fueron sumamente provechosas y dinámicas. ¿Quién iba a imaginarlo? Cuando tuve mis primeras semanas de observaciones en este grupo los veía participar tan poco que me preocupaba. Dudaba poder lograr algo en mis clases que los entusiasme y los invite a participar. Pero con el tiempo todo se fue mostrando diferente.

Con estas cosas uno aprende que no son los chicos el problema, muchas veces es quien se para adelante y las cosas que propone.

Si uno no se preocupa por  darle un lugar al alumno para participar en la clase, ¿Cómo vamos a esperar que lo hagan por sí solos? Todo empieza por nosotros y si no mostramos interés suficiente en ellos, ellos jamás mostrarán interés en nuestras clases.

Por el momento, lo único que espero es que todo siga fluyendo como hasta ahora. Y lo más importante, que los chicos disfruten tanto de las clases como lo hago yo a la hora de darlas. Ese sería el mejor regalo que podría llevarme de estas residencias, además de todas las muestras de cariño que me dan día a día a través de abrazos, besos y muchos “te quiero”.

 

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