Escritos Pedagógicos del Normal 3

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Semblanzas de maestras de Lugano

María Daniela Díaz Carro; Ayelén Anca Gulla; Stella Montiel y Paula Roverano

Palabras calve: Narrativa pedagógica. Práctica y residencia. Identidad profesional.
(Descargar en PDF)

 

Introducción de la Profesora Mariana Gesualdi

Este relato da cuenta de algunas de las producciones realizadas en el taller de Narrativas Pedagógicas durante el segundo cuatrimestre de 2018 en el turno vespertino del Profesorado en Educación Primaria de la ENS nro 3 “Bernardino Rivadavia”, anexo Lugano.

Recurriendo a distintos formatos narrativos, las autoras dan cuenta de los sentires y pareceres de las futuras docentes en el ejercicio de sus prácticas pedagógicas, algunas de las preguntas recurrentes, de los temores e incertidumbres y de las certezas y alegrías que las atraviesan.

La narrativa pedagógica es un formato de escritura e indagación que nos permite acercarnos a las vivencias y experiencias de docentes y estudiantes en el ejercicio de sus prácticas. Nos permite entrar en los escenarios cotidianos que se construyen y reconstruyen en las escuelas, con los niños y las niñas, compañeros y compañeras y directivos.

Durante el taller, se producen narrativas con diferentes características e intenciones, relatos, cartas, diarios de clase, informes, crónicas. Compartimos algunas de las producciones escritas por las estudiantes durante el taller para acercar a los lectores a algunos de nuestros mundos escolares.

 

Las escuelas de zona sur de Lugano

Por Stella Montiel

En las escuelas de zona sur me di el gusto de hacer las prácticas de algunos talleres del profesorado y puedo explicitar las necesidades con que conviven los estudiantes. La realidad con que viví se me hacía familiar ya que vivo en ese barrio y no estoy ajena a esas problemáticas. Cuando hablo de “esas problemáticas” me refiero a que mientras la docente planifica una tarea para hacer en clase, el niño pisa el aula y pregunta: “¿Cuándo viene la leche?”, mientras que otro llega tarde porque la mamá se quedó dormida y como tiene un hermanito chiquito con 7 años debe viajar solo.

¿Puede una maestra comenzar la clase en forma habitual dejando de lado esas situaciones? No sé otras maestras pero la de Lugano seguro que no. La de Lugano siente empatía con sus alumnos y prefiere dejar de lado lo pedagógico para suplir las necesidades que van aconteciendo día a día, con respeto y por sobre todo con el corazón.

La maestra de Lugano sabe que para muchos el yogurt  y la barrita de cereal es lo único que van a ingerir por horas, como también entiende que un abrazo es el único que puede recibir un nene en días, o hablar de algún tema interesante con ella es sentirse importante por un ratito, ella también pude ver un futuro hermoso para ellos pero sabe que el contexto no los ayuda en general por el tipo de vida que llevan y sufre por dentro.

Las escuelas de Lugano tienen muchos chicos en sus aulas y poca probabilidad de conseguir vacante por ese mismo motivo, pero, a pesar de todo, la mayoría funcionan muy bien y pueden aportar un granito de arena en la vida de cada niño que pase por su puerta.

Ya que estas escuelas a pesar de todo tienen una misión, la de educar más allá de las adversidades y de la diversidad, respetando todo derecho de los niños a una educación y una vida digna.                                                                                                                                                                                                                                                

 

Diario de clase

Por María Daniela Díaz Carro

Esta narrativa transcurre en la escuela 15 DE 21 en 2° grado E durante el año 2018. Estoy allí como residente desde el 17 de septiembre, y ya me he vuelto parte de la dinámica áulica. Algunos días llego después de que los 28 niños de la seño Vane entren al aula y a lo lejos al abrir la puerta escucho un “¡Tarde!”. Ése es Benjamín, uno de los nenes más activos del grupo. Empiezo a dar mis clases en el área “Conocimiento del mundo” sobre el tema “Animales de ciudad”.

Miércoles 20 de octubre

Es la primera hora del día, los chicos se organizan, dejan sus cuadernos rojos y azules sobre el escritorio de la docente, la clase empieza tranquila, en un clima de misterio ya que yo contaba la historia de cómo desapareció carne picada y lechuga de la mesada de mi casa. Todos prestan atención, incluso Mili, Gabi y Dylan que generalmente están en sus lugares pero su atención está en otros objetos, en la vaquita de san Antonio que encontró Mili al ingreso al cole, Gabi cantando sus canciones y Dylan preocupado porque su mamá no le saque el WIFI por no estudiar. Yo encarnaba el personaje de la seño distraída, hice una lista de sospechosos y ellos tenían que ayudarme a descubrir el culpable, y a pegar fotos de estos. A medida que avanzábamos, hacía preguntas como: ¿Cómo es la babosa? ¿Saben que tiene en sus antenas? Camila (la más charlatana de todos) dice: “tiene ojos seño y baba en su cuerpo para que no se seque”.

Kevin aporta: “si les tiras sal se mueren”.

Antonella (siempre hablando en voz bien bajita como de vergüenza) agrega: “yo en mi casa vi una babosa”.

Así avanzamos pensando qué animales pueden ser. Yo les comento que se me ocurrió que podía ser una jirafa, un elefante, un oso o un zorro por su alimentación.

Pero Sebastián (que en su cabeza está preocupado porque no puede ver a su papá, porque su mamá le dice que él es malo) me dice: “no seño, esos animales te destrozarían tu casa, ellos no están acá en la ciudad, pueden estar en el bosque, selva, acá no”.

Así, poco a poco y con la información que ellos aportan, vamos aprendiendo más sobre los animales.

Mientras transcurre la clase y me hago la distraída, pegando mal las imágenes, Mili pasa a sacar puntas al tacho; para esto recorre toda el aula, que es una de sus actividades favoritas. Yo sigo hablando, diciendo “dónde pongo esta foto” (la foto de un gato) cuando pasa Mili y con una naturalidad y tranquilidad admirable me mira y me dice “acá el gato”, y después se sienta como si ese suceso hubiese sido insignificante para todos. Pero lo que ella no supo es que para mí y para la docente fue un momento de gran felicidad, Mili pudo conectarse con la clase. Ya la vaquita no importaba, ya sus lápices y esmaltes quedaron en segundo plano, hoy ella nos demostró que no es que no sabe, sólo que su interés está en otras cosas y no en el contenido escolar estrictamente.

 

Diario de clase. Jueves 8 de noviembre

Por Paula Roverano

Delantales de cocina coloridos, aromas de hogar y bullicio de emoción componen el aula de 2° “C” que bate enérgicamente buscando la producción de su manteca.

Entre las idas y vueltas, Nicole, con su voz pequeña como su cuerpo, pero firme y segura como su presencia, dice: - yo iba a otra escuela y siempre cocinaba.

Lautaro, de apariencia distraído, pero con todas las antenas encendidas, comenta: - yo también, ¿ibas a una escuela privada? Sorprendida, por la pregunta o por la coincidencia, Nicole le contesta que sí. Entonces, como al pasar, como haciendo una reflexión o esbozando una idea en voz alta, Lautaro culmina: - claro, por eso cocinabas, porque era privada.

Thiago interrumpe la lamentable hipótesis de Lauti y por décima vez pregunta si el delantal que tiene puesto es de él, si se lo va a poder llevar a su casa.

Sophia, detrás de sus lentes y enmarcada por sus colitas altas, que acompañan sus movimientos armoniosos y sus gestos delicados, entre saltos y sobresaltos, dice: - seño, seño, se abrió el tupper, sale leche para todos lados. Me acerco, tranquila, rejilla en mano y, contándole que no es leche sino crema, limpio el recipiente y la mesa. Cambiamos el tupper y retoman ilusionados el proceso de elaboración.

Como un cuento conocido, pero con la sorpresa de lo que se va desarrollando, transitan la elaboración de la manteca como un suceso mágico, una sensación de poder en sus manos, pero a la vez increíble.

Nico, niño “emo”, revoltoso y soñador, anuncia con bombos y platillos: - ¡¡ya está, ya está!!. Son indescriptibles las caras de sorpresa al correrse la tapa del recipiente y descubrir “la magia”: la crema desapareció y ahora hay manteca.

El revuelo es inevitable y todos se esfuerzan por seguir batiendo y lograr descubrir su propia magia.

Uno a uno los grupos fueron anunciando sus victorias.

Nos sorprende el sonido del timbre. Sólo quedaba el último paso anunciado para disfrutar del manjar con un pancito tierno y empalagoso dulce de leche: el tiempo de frío.

Con aroma a manteca y contexto de producción, se sacan los delantales para la clase de educación física.

Iván, con su pálido aparecer y su formalidad para hablar, necesita confirmar: - ¿seguro que después me vas a dar el papelito para que yo pueda hacer la manteca con mi mamá? A lo que no dudo en contestar afirmativamente, emocionada por la necesidad de que este aprendizaje trascienda las puertas de la escuela y se transforme en mucho más que el fin del circuito productivo o un formato de receta y sea un momento “mágico” en familia.

 

Carta a los futuros docentes de música

Por Ayelén Anca Gulla

Esta carta va dedicada a los futuros docentes de música.

No eligieron una carrera que al recibirse sea todo fácil, durante años en el magisterio te convencen de que para ser el mejor docente tenés que ser el mejor músico académico posible, superar todas las pruebas, cantar perfectamente entonado, y leer partituras sin ninguna dificultad, tenés que sacrificar tus tardes, tus noches, tus tiempos libres por el estudio, si sos un adolescente normal, que quiere salir con sus amigos y pavear: “Vas a terminar trabajando en McDonalds” les decía una profesora a sus alumnos, fomentando que dejen la carrera, que no es para ellos, porque sos un adolescente con intereses propios de tu edad, y no respondes a lo que esperan, no servís, si no aprendés bajo condiciones de poca pedagogía, no servís, si no venís con conocimientos previos, no servís, si te esforzás pero seguís sin ser virtuoso, no servís, si no tenés dinero para comprarte tu instrumento, no servís.

Sin embargo, logramos recibirnos, y ahí es cuando nos damos cuenta que no aprendimos absolutamente nada, que tal vez tuvimos algún docente que nos trajo un momento de luz entre tanta incertidumbre y nos dio algún pequeño recurso para afrontar la variedad y diversidad de clases que vamos a tener que dar. Y recordamos todo el tiempo que perdimos intentando aprender música bajo recursos imposibles, ya que bajo la guía de un docente abocado podríamos haber desarrollado nuestro estudio de manera mucho más veloz.

Al recibirnos y empezar a trabajar nos enfrentamos por primera vez al aprendizaje profesional docente, aprendemos Didáctica cuando nos enfrentamos a las primeras planificaciones, aprendemos pedagogía intentando enseñar cosas que los chicos no aprenden de mil formas distintas hasta que por fin damos con la mejor estrategia, aprendemos sujetos y psicología trabajando años en el nivel inicial y años en el nivel primario y otros años en secundario. Aprendemos la enseñanza de la música buscando esos docentes investigadores que son pocos y están sumamente ocultos, que a veces te encontrás en alguna capacitación increíble que te vuela la cabeza.

Cuesta, es difícil, lleva años, en el medio tenemos que lidiar con las exigencias de los directivos, con los reclamos de las maestras de grado, que les cuesta horrores ponerse en el lugar del otro. Tenemos que lidiar con trabajar en diferentes escuelas sin parar, con más de 800 alumnos, y sin siquiera tener a veces una hora de apoyo para planificar, preparar material, o simplemente estar en silencio. Nos encargamos del sonido de cada acto, nos encargamos de cubrir los baches de las maestras que no prepararon nada para el acto y tenemos que sacar una canción de la galera una semana antes, nos encargamos de utilizar nuestros recreos para enseñarles a tocar diferentes instrumentos a los chicos, porque sabemos que no tienen los recursos para ir a clases particulares y 15 minutos al día es un montón para ellos, también destinamos nuestros recreos a pasar música, a ayudar a los chicos de séptimo con una coreo que deberían preparar con la profesora de educación física.

Y con todo el trabajo que esto lleva, cuando logras trabajar en armonía con tus alumnos, el personal de la escuela, maestras/os, directivos, auxiliares, entran a tu aula, interrumpen la atención de tus alumnos, gritan, arruinan los últimos treinta minutos de clase.

A pesar de todos estos contratiempos, no bajamos los brazos, porque enseñar lo que más nos gusta en la vida siempre fue nuestro sueño, porque ver a nuestros alumnos disfrutar de ir a la escuela es nuestra recompensa, porque los vínculos que se crean en el arte, nunca se van a poder crear en matemática. Porque ver como cientos de alumnos se vuelven músicos, se vuelven artistas sensibles, tienen acceso a un recurso tan escaso que es la enseñanza del arte desde el disfrute, da una esperanza para el futuro cuando el país parece que desbarranca. 

¡No bajes los brazos! Porque el verdadero magisterio empieza cuando comenzás a trabajar, y te recibís cuando ves la felicidad de tus alumnos y disfrutas de tu profesión.

 

 

 

 

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